lunes, 7 de marzo de 2011



Supo que era Lía nada más verla aparecer con su pelo recogido en un moño por el ascensor. Llevaba entre sus brazos una carpeta y en sus labios la historia de unos días que había decidido usar para soñar.
-¿Todo en orden? -  Teo rozaba un pensamiento que sabía que no podía ser. Ella había estado ausente los últimos dos meses, de vez en cuando aparecía por la universidad, tomaba algunas notas, les impregnaba con su sonrisa y volvía a desaparecer.
-Es cuestión de establecer prioridades. - subió con él las escaleras mientras que sentía que a cada paso que daban la miraba de forma cada vez más distinta - No me preocupa. Es época de cosecha. 
Lía cargaba con un bolso camel y un vestido blanco que dejaba entrever la forma redonda de sus pechos. Los últimos días los había pasado entre las alboradas de Madrid, frenética, impúdica, capaz de matar y comerse corazones para desayunar.
Loca. Es una loca. Una loca que siente que necesita romper cadenas y visitar fantasmas una vez al año con un pestañeo.
-¿Qué vas a hacer con los exámenes Lía? - Teo. Teodoro. To. T. Sí, él está ahí, enfrente suyo, intentado averiguar un acertijo que se le escapa entre los dedos como si de agua se tratara. Se frota las manos contra sus pantalones, como si no supiera qué hacer con ellas, y se acuerda de los momentos pasados entre bambalinas cuando aún la podía abrazar sin miedo.
-Suspenderlos. - y se rió, la contradicción sin piernas se rió como jamás antes lo había hecho. -Voy a escribir un cuento, Teo. ¿Quieres ser mi protagonista?
-Me vas a arrancar las sombras. 
En ese instante ella se giró y con su mano derecha recorrió su rostro en un intento de dibujarlo.






"Todavía ahora me pregunto cómo, en lugar de dar salida a mis pasiones con alaridos, no acometí contra el mundo humano para morir en mi tentativa de destruirlo."

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