lunes, 28 de marzo de 2011




Estaba perdida. Y era el tipo de chica que nunca jamás lo había estado. Desde pequeña había ido confeccionando sus puzzles de Lego, pieza tras pieza, sabiendo perfectamente dónde iba a encajar la siguiente.
Tras encontrarse congestionada en medio de la A-6 había tomado la primera desviación y a partir de ahí se había adentrado en una serie de callejuelas de barrio que la habían conducido hasta el corazón más oscuro de esa ciudad que todavía desconocía. Entonces comenzó a llover. El mundo dentro de su cabeza era mucho mejor que el que había fuera.
Fue entonces cuando pulsó el botón. Otra vez. Aquella música empezó a sonar retumbando por todas partes, el concierto de la banda sonora de la película en la que se había quedado acaparó su jersey de cuello vuelto que la tenía maniatada. Y allí se quedó, inmersa en esa nube, en una calle recóndita de paredes de ladrillo y suelo de piedra con persianas verde, verde hospital, y el olor de un cocido que no podía probar.
La despertó un empujón. Un chico se había apoyado sobre el lateral de su coche sin darse cuenta de que ella estaba allí dentro. La música había dejado de sonar, se conoce que ya no quedaban notas dentro del diario, ya había tenido demasiado tiempo para andar de puntillas. Con cuidado movió la manivela de la ventana trasera y asomó su coleta alta despeinada.
-¿Sabes cómo puedo llegar a casa? 
Él no se asustó.
-Como has venido. Marcha atrás. 
-Muy gracioso. ¿Me acompañas al centro?
-Estoy esperando a alguien. 
-Me llamo Cati.
-No te lo he preguntado.
-Ya, pero lo querrás saber. Llevas más de 15 minutos sentado en mi coche, te dejo conducir.
-Estoy esperando a alguien. 
Ella se fijó en él. Tenía el cabello largo y castaño, llevaba un gorro de lana caído color gris marengo y tenía las manos metidas en los bolsillos, allí no hacía frío. Volvió a meter su cabeza dentro del coche, se enfundó dentro de sus guantes y volvió a encender la música.
Cuando se volvió a despertar él estaba dentro del coche, miró su bolso pero seguía exactamente de la misma manera en la que lo había dejado, con su pintalabios naranja en el bolsillo de la derecha.
- Las chicas como tú no deberíais estar por aquí.
-Las chicas como yo no deberíamos estar perdidas. En mi ciudad huele a chocolate por todas partes.
-Soy Carl. 




"Honestidad es el reconocimiento del hecho de que lo irreal es irreal, y que por lo tanto no tiene valor, que ni el amor, ni la fama ni el dinero son valores si se han obtenido mediante fraude-que intentar ganar un valor engañando a los demás es un acto en el cual pones a tus víctimas en una posición más alta que la realidad, donde te conviertes en un peón de su ceguera, un esclavo de su falta de pensamiento y sus evasiones, mientras que su inteligencia, su racionalidad y su percepción se convierten en enemigos a los que tienes que temer y de los que tienes que huir -que no te importa vivir como un parásito, ni siquiera como un parásito de le estupidez de otros, o como un necio, cuya fuente de valores viene de los necios a los que consigas engañar- que la honestidad no es una virtud social ni un sacrificio por los demás, sino la más profundamente egoísta virtud que el hombre pueda practicar: Su negativa a sacrificar la realidad de su propia existencia a la conciencia engañada de los demás."

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