jueves, 21 de octubre de 2010

No hay peor trampa que la que arma uno mismo. Algunas personas sin darse cuenta van armando lentamente una trampa en la que luego quedan atrapados.
Aquello de lo que no se puede hablar genera encierro, te aísla. Cuando quedaste aislado y encerrado en tu propia trampa, ya es tarde. Como una araña, que lentamente va tejiendo su telaraña.
Poco a poco la araña teje su trampa mortal. La araña muy paciente, serena, espera agazapada a que el insecto caiga en su red. Cuando el insecto queda atrapado en la red, indefenso, la araña le inyecta su veneno mortal.

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