sábado, 6 de agosto de 2011


Y esos miedos que desde niña la asechaban, miedo a la muerte, a lo que vendría después. Miedo a estar sola, a no haber tenido una imagen paternal, a extrañar a alguien de la cuál no tenía apenas recuerdos. Sabía que la había querido, pero sin embargo, siempre tenía miedos. Sabía que la protegía, que siempre estaba allí, pero aún así, tenía miedo que la dejara por momentos sola. ¿Podrían existir las almas de personas que permanecían en el mundo? ¿Qué se pudieran adentrar en los sueños de las personas? ¿Qué se pudieran manifestar como un, “hola, estoy aquí”? Preguntas y más preguntas, sueños que sobrepasaban la realidad, y llantos a medianoche que le hacían encoger el corazón

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