sábado, 6 de agosto de 2011


La vida es una cadena; nacemos, nos reproducimos y morimos. Pero sin embargo hay algo que no cambia, las mujeres van desarrollando su instinto maternal y su necesidad de tener una familia. Primero se enamoran y se casan, pero siempre está ese algo que nos  impulsa a pensar en niños, en pequeños angelitos que un día iluminarán nuestras vidas. Y llega el gran día, estás preparada y comienza a jugar el tiempo a tu favor, y los ciclos de la luna favorecen en ocasiones, según creencias. Nace niño o niña, y es la gran alegría. Ahora además de mujer se convierte en madre. 9 meses que son los más maravillosos, según me has contado tú mamá. 9 meses en los cuales pensabas en cómo iban a ser mis deditos, el tamaño de mis piececitos, el color de mis ojos, y haciendo votaciones entre bromas para ver a quién se parece el niño/a. Primer llanto del bebé, y saltan las lágrimas de felicidad de una madre que ya en ese momento declara al cielo su gran amor hacía su hijo y apoyo constante hacía él/ella. Luego llegan las primeras palabras, ese juego constante en la cama tratando de que el pequeño angelito diga aunque sea mamá. No es por ser egoístas, pero casi siempre esa es  la palabra que dicen más pronto. Y así pasan los años, y el amor de madre no para de crecer, de estar orgulloso de ellos, de preocuparse por lo hacen o dejan de hacer. Muchas veces cuando vamos creciendo no comprendemos algunos comportamientos, o su exageración por preocuparse por nosotros (sus hijos) pero tienen sus razones, razones que cuando crezcamos seguro que las entenderemos. Así con estas palabras un poco agrupadas, y con muchos saltos, y huecos por el medio, quiero decir Feliz día mamá. Feliz día a ti mujer maravillosa que me has traído al mundo, perdona todo lo malo. Sabes que te quiero, imposible no quererte, siempre has estado allí, incluso cuando nadie más me veía

No hay comentarios:

Publicar un comentario